domingo, 26 de febrero de 2012

Manos en la noche

Espero que les guste esto que escribí, creo que lo voy a continuar :) críticas, opiniones y demás serán muy bien aceptadas!
Palpitantes y repulsivos sueños me atormentaban meses antes de que eso sucediera. No los provocaban mis cenas, ni las lecturas antes de acostarme. Tampoco eran las irresistibles horas mirándome en el espejo, contemplando a ese ser del otro lado. No había razón para que las cortinas de mi habitación susurrasen a pesar de estar cerradas las ventanas, o que la luz titilara en el silencio aun cuando yo hubiera sacado los tapones. Las tazas, los platos, los cubiertos en sus cajones, bailaban a un compás que no tenía sentido alguno. Las canillas dejaban escapar el agua con furia y las hornallas se prendían sin haber gas.
No hallé explicación, tan solo indiferencia de los pocos que me rodeaban. No tenía familia, ni amigos. Un psiquiatra, el hombre del bar y la joven que vendía diarios eran los únicos que escuchaban mis relatos, pero nunca me entendieron, seguramente creían que yo estaba loco, drogado o borracho.
En esos sueños huía de algo que no podía ver, pero que sentía desde mis células hasta las ropas. Corría, saltaba, esquivaba, miraba hacia atrás, hacia los costados, pero no veía nada. Una oscuridad azulada me envolvía. Detrás de mis orejas y sobre la nuca unos susurros me erizaban la piel y sentía que estaba cayendo por un abismo infinito. Palabras indefinibles, gritos apagados a mi alrededor, y de pronto unas manos largas, con dedos finos, como si en aquellos huesos no hubiera carne y músculos, ni siquiera sangre, porque eran heladas.
En ese momento donde me tocaban las manos, me despertaba sudado con dolor de tripas, con el cuello apretado como si me hubieran querido ahorcar. Los ojos a punto de salirse de las cuencas. La nariz me sangraba lentamente y siempre manchaba las sábanas. Me quedaba en silencio, mirando a la ventana que albergaba la luna siempre tan asquerosamente brillante. Más quietud del aire mismo. Reposo despierto de mi mente. Volvía a dormir, pero los sueños comenzaban de nuevo.
Meses después me vi envuelto en lo innombrable.

Desposesión



El árbol quieto en su instante de luz;
quietos los sonidos en la mano del aire
como quieta también la mirada, deshaciéndose
en la erosión pura del cielo.

Presentes en una oquedad,
suspendidos en aire como pluma
de un pájaro que nunca ha sido.
Nuestra voz para nada, golpe sólo,
golpe contra la materia sorda del mundo.

A qué pensamiento atender,
a qué preocupación o insomnio
si dejaron de ser ya nuestros.
Ganamos la paz en la pérdida de todo.


                                                                          -Ventanas a ninguna parte, Javier Vicedo Alós.

viernes, 24 de febrero de 2012

Recuerdos de papel



Sé que el destino nos separó en caminos diferentes,


ahora estoy condenado a despedirme de mi amor una vez y otra más,

siempre de la misma forma, cada invierno,

perdiéndola un poco más cada año, importándole cada vez menos.

Así sigo observándola como siempre he hecho,

y ella me contempla a mí con sus ojos verdes, 

esos ojos que con cada pestañeo cambian de la indiferencia a la tristeza.

Pero no permitiré que esto signifique un adiós.

He plegado mil recuerdos de papel.

Y al fin, he pedido mi deseo...

jueves, 23 de febrero de 2012

Renacer

Os vuelvo a dejar algo de cosecha própia, es algo así como una reflexión, o algo parecido.
Lo cierto es que forma parte de la 14ª página de algo interesante que estoy escribiendo :P
Grácias por leerlo, todo comentario es bien recibido.


Veo borroso. El entorno está borroso, no distingo nada, parece que miles de millones de pájaros pasasen zumbando delante de mis ojos, emborronando todo lo que me rodea. En mitad de la nada y, a su vez, del todo. ¿Dónde estoy? ¿Es esto el más allá? No noto mi cuerpo, tampoco siento ninguna frontera entre mi mente y mi cuerpo. Soy completamente libre. Todo sigue borroso, borroso y oscuro. Puedo distinguir tonalidades rojizas en el fondo oscuro. Todo está demasiado en calma, y mis oídos están zumbando. No oigo nada, solo a mí mismo. Me encuentro en una especie de santuario en calma, en total libertad. Mis recuerdos desfilan ante mí, borrosos. Un aura universal les rodea, y todo se agita. De repente el sabor metálico acude a mí y mi libertad se ve sesgada. Me alejo del santuario borroso. Dejo de ver nada para sentir las limitaciones de un cuerpo dolorido. Pareciese que los miles de millones de pájaros que nublaban mi visión hace segundos se hubieren instalado en mi cabeza. Todo da vueltas, siento náuseas, me duelen los ojos, en definitiva, soy el propio dolor. Mi cuerpo se retuerce penosamente, mientras intenta salir del horroroso trance que sufría. Me siento aletargado. La premisa es ponerse de pie, pero todo mi ser me lo impide. Lo único que me mantiene con vida es el dolor, tanto físico como mental. Pero, después de todo, ¿no estoy muerto? Muchos lo llamarían milagro, pero el suplicio que conlleva la lucha por la vida después de la muerte no tiene nombre. Ni siquiera es digno de reconocer una victoria tras tal sufrimiento. El sueño acogedor que sentía ha dejado paso al dolor más extremo e indescriptible que alguien pueda llegar a sentir. ¡Maldita sea la hora en la cual no concebí tal reposo! Cualquiera preferiría estar muerto en esta situación, por mucho que se amase la vida, como la he amado yo. Después de todo, después de haber recorrido el largo y penoso camino que cada uno elige en la vida, uno se merece su descanso. No hubiese estado mal, y no dejo de repetírmelo, pero es hora de ponerse en pie, de ponerse en pie y seguir luchando.

Francisco De Quevedo y Villegas

Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.
Salíme al campo, vi que el sol bebía
los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.
Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte;
vencida de la edad sentí mi espada.
Y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.

miércoles, 22 de febrero de 2012

Ella...

Hola amigos tesoreros! Últimamente estamos muy desperdigados en cuanto a aportaciones y comentarios.  Debe ser culpa de los estudios, los ánimos y la disponibilidad...

Confío en que lleguen tiempos mejores para el baúl...

Para mí es un día difícil y necesito desahogarme... No sé qué escribiré, improvisaré en esta misma entrada y cuando acabe tengo la esperanza de que se me haya ocurrido un buen título... Sino... no importa.






Ella. La observaba en silencio mientras dormía. 


Un suspiro se escapó de sus labios mientras el tiempo se negaba a transcurrir. La aguja martilleaba los segundos tan despacio...


Todo era lento y desesperante. La agonía lo inundaba.


Sin embargo ella estaba a su lado, ni siquiera despierta, brindándole la oportunidad de conversar, pero al menos su presencia le daba la sensación de estar acompañado.


Con suavidad se deslizó entre las pilas de libros, que proyectaban sombras retorcidas sobre la alfombra del salón. Esquivó los papeles manchados de tinta que trazaba signos en ellos, pretendiendo fingir ser una seria investigación. 
Estaban desperdigados arriba y abajo, algunos quemados en la vieja chimenea que permanecía encendida.


El invierno había llegado a aquel lugar... ¿Cómo no? Incluso estando en la región más calurosa del mundo, aquella en la que la temperatura no bajaba de los veinticinco grados nunca, el frío había conseguido encontrarlos.


La nieve se acumulaba en las ventanas y el hielo se adueñaba de los asfaltos. Así que allí estaban ambos, atrapados en aquella "cueva", con un fuego ridículo manteniéndolos con vida.


Se sentía cansado, ella era tan frágil... Sus pestañas formaban dos oscuras medialunas sobre sus mejillas blancas.


Echaba de menos su mirada verde y armoniosa... Pero ella no despertaría nunca más.


La muerte había tocado su corazón con una dulce caricia. 
Y ahora le tocaba verla perecer lentamente, escuchar cómo su respiración cada vez era más sosegada e inaudible. Cada tanto comprobaba que seguía con vida.


Una lágrima se deslizó por su rostro mientras contemplaba la leña ardiendo. De pronto se sentía impotente y frustrado.
¿Por qué no podía salvarla? ¿Por qué estaban condenados?


Cuánto la había querido! Se preguntaba continuamente si, de haber sabido que ella era un ángel y que su enamoramiento desembocaría en tragedia, habría tomado la decisión de distanciarse...


Pero... ¿cómo? Ella era lo más adictivo que él nunca había conocido, y ahora, por quebrantar las leyes de un destino tirano y cruel, le tocaba contemplar cómo su amor se diluía con cada segundo que transcurría.


Su deber era verla morir y sufrir al hacerlo.


El fuego que lo iluminaba de repente se extinguió. No, ni la leña ni el carbón se habían consumido... Pero una ráfaga de aire helado acabó por masacrar las llamas y la luz que aun quedaban.


La mansión quedó a oscuras, su corazón se aceleró.


Era el momento. Ya habían llegado.


Sin dudarlo corrió hasta el sofá donde ella yacía dormida y se arrodilló a su lado. Tomó sus manos frías entre las suyas e intentó en vano retenerla consigo. 


Besó su frente, bajó sus párpados y susurró un último "te amo".













domingo, 19 de febrero de 2012

Nach (de nuevo) - 2055

Bene, os dejo otra canción de mi rapero favorito :D
Habla del futuro 2055, pero creo que algunas de las cosas que dice ya están ocurriendo...

Mi pensamiento se dispara cual bala, viaja ardiendo
hacia otro tiempo, futuro incierto (lo estais viendo),
50 años más allá y dónde va la humanidad
a punto de estallar, queremos curas de humildad.
2055 expolios, monopolios, petroleo,
territorios partidos (culpad al odio),
Laboratorios donde se clonan soldados,
manicomios colapsados, epidemias y microbios.
Tribunales virtuales que sentencian sin clemencia
contra toda resistencia al poder establecido.
Satelites vigilan desde el cielo como águilas,
son máquinas que saben en que mierda andais metidos.
Mantente en vilo, no escaparas a sus garras,
ponen chips en nuestras nucas como códigos de barras,
mendigos se liquidan por insecticida, (clamad),
unos mueren sin comida y otros por obesidad.
Ciudad sin identidad, mata por una moneda,
y tras el toque de queda solo espera la humareda ya.
Nueva era, regenera tu organismo,
cirugia y energia al servicio de los mismos.
Cataclismos, maremotos, continentes rotos por seismos
tras 10 cumbres en Kioto y no hay acuerdo,
el mundo ha muerto, porque se extinguen las especies y los bosques son desiertos.
Psicosis en metropolis, tú también caeras,
el agua es cara y en cada cara hay una mascara de gas,
informática, robótica, razón artificial.
Desde mi bola de cristal veo este nuevo orden mundial
y observo como, este rey mono en un trono impone,
el ciclo natural se rompe y se descompone,
glaciaciones que amenazan con cubrir la tierra,
2055 año de miseria y guerra.



(Seguro que me he dejado algunas faltas... Ando algo ocupadillo :P)

sábado, 18 de febrero de 2012

Marta insondable

Aquí les dejo otro de mis favoritos; cualquier critica será bienvenida y espero les guste.


No, no es un muro. Es parte del Sol. Aquello que imagino y devoro con hambre repulsiva. Eso es. Terminé con nuestra relación, terminamos mejor dicho ¡en realidad nunca habíamos empezado algo! En el bar de Jorge todo parecía triste aunque mi alma era la única vestida de negro. La esperé dos horas, sin contar que el tiempo se hace eterno cuando uno espera. Llegó con su vestido rosa, ese de flores, su favorito.
-Hola -le dije, seco.
-¿Hace mucho esperas? -murmuró ella.
-No, toda la vida, nada más. No importa.
Tomamos café negro, negro de suspiros y le dije lo que sentía. Ella no dijo nada en palabras pero noté que su corazón se rompía, y no entendí por qué.
Hoy que escribo siento que a veces no sabemos por dónde vamos y si es seguro nuestro camino. Ese camino es en realidad de ceniza azul.
-Marta -la llamé una noche de oscuridad aplastante -necesito decirte unas cosas, ¿cuándo nos podemos ver?.
-Ya no, Esteban, ya no. Terminamos, ¿no te acordas?.
Mientras me decía esas palabras finales escuché un rumor a su lado, quizás en su cuello, quizás cerca de sus labios. Un hombre enegrecido por el sudor de amar a mi mujer, mi Marta insondable.
Un vodka, un perro a mis pies, la estufa como retrato del infierno “pero Marta-pensé- ¡¿ya me olvidaste, tan rápido en brazos de otro, cómo?! No, no era un muro, era la salida a mi dolor.
Dominado por el silencio y los gemidos que imaginé de Marta en esa noche, caminé, volé, susurré sobre las calles sin dejar siquiera un minuto a mi sombra. Una puerta de madera roída, ecos infames de mi llamada, una espera llorosa. Pero Marta no asomó sus ojos tercos. Fui hasta la parte de atrás (sabía que ella dejaba la puerta del patio abierta) y me introduje como una espina en la soledad. Unos ruidos bestiales venían a buscarme desde el primer piso, entonces dejé ver la luz a mi navaja y subí muy callado y rojo a su cuarto. Los ruidos cesaron pero no mi odio y rencor. Abrí la puerta y en la oscuridad una figura negra, era él, y la sangre quedó expuesta como las tripas y el corazón que ya no latía. Lo maté.
No, señor, no es un muro. Es parte del Sol que ya no florecerá más, porque en la queja de esa noche mi Marta resultó estar sola, solita, y de pronto conmigo. Nos amamos como pocas veces y a la luz del velador recientemente encendido vi su cuerpo mutilado, espeluznante en delirio.

jueves, 16 de febrero de 2012

Reloj de arena




¿Qué importa, oh Tiempo tirano,
aquel calabozo estrecho
que de vidrio te hemos hecho
para tenerte en la mano,
si el detenerte es en vano
y siempre de ti esta ajena,
cuando más piensa que llena
nuestra vida, a cuya voz
huyes cual tiempo veloz,
y sordo, como en arena?





Luis de Góngora y Argote

domingo, 12 de febrero de 2012

Nach - Interludio 3

Aquí os dejo la letra de una canción de uno de mis raperos favoritos, Nach.

Nach - Interludio 3 - Ars Magna


A veces sueñas demasiado, tanto que lo real no importa,
sientes que los días te transportan y te sientes solo,
apagado, como esta ciudad maldita que incita
a suplicarle a quienes mas te quitan,
mis lágrimas se han secado,
pagué por mis pecados cerrados en el pasado,
pero mírame, aquí sentado tan endeble y vulnerable
callado mientras dejo que el diablo me hable,
me confunde, su voz me aturde y me abandono.
Sólo si cierro los ojos veo
este trono que merezco pero no tengo,
jamás pondré mi alma en venta,
prefiero ser feliz don nadie a ser leyenda muerta.
Camino lento y no tan atento, aunque lo intento,
no me mata el odio ni el lamento, sólo el tiempo
que me arruga, como a un papel inservible.
En mares de irreversibles, mares nado yo el impasible
niño sensible, chico travieso y malo,
frágil carne y hueso moldeada al palo,
pero vivo para contarlo y relatarlo.
Sé que es tan fácil morir que tiemblo sólo de pensarlo,
pero qué más da, mejor nada que esta odisea,
y si existe un más allá pues benvenido sea.
Hoy estoy borroso y el cristal no está empañado,
y es que alguien se ha olvidado del príncipe destronado,
que usa muñecos rotos y pinta sus sueños rotos,
en un mundo roto, quebrado por la angustia de otros.
Es la historia silenciosa que a gritos fue castigada,
hoy miro entre mis manos y, ¿qué encuentro? nada...

Todos tenemos una historia que debe ser contada
y guardamos un secreto del que nadie sabe nada,
hablamos con la almohada pero no responde,
la verdad esta ahí fuera, sí, pero se esconde.



P.D. Es un Copy&Paste pero he tenido que corregir infinidad de errores y faltas (tipo "inpacible" ...)
si me dejo alguno avisad y edito o lo que sea!

viernes, 10 de febrero de 2012

La espera inútil

Hola soy Micaela, y conocí este hermoso y creativo blog, gracias a Flor. Este es uno de mis cuentos favoritos, si les gusta pueden ver mi blog en donde hay dos cuentos más (por ahora). Espero que les guste y sino todas las criticas serán bien recibidas, muchas gracias por compartir arte!

A unos pasos del Cielo, lo vi.
Era él, sí, no había duda. Pasa que Rogelio no podía creer lo que había pasado y se atascó en pleno vuelo.
-¿Qué haces acá che?- le dije con mi mejor sonrisa de amigos
-No sé, pero decime vos, cómo andas y en dónde estamos, porque no entiendo bien y hace mucho que no te veo
-Y sí, pasa que estuve con la gorda y los chicos, nos fuimos de vacaciones y yo nunca más volví, por eso estoy acá; sabes, tenemos que seguir hasta ese cartel, ese que está en amarillo ¿lo ves? Bueno dicen que ahí está San Pedro
-Sí, eso ya me lo dijeron pero no entiendo
-¿Qué no entendes Ro?
-¿Por qué estamos acá y todo eso?
-Bueno cada quien deja la vida como puede, después hay una ruta que se divide en un momento en tres grandes caminos, está el Cielo, el Purgatorio y el Infierno. Este lugar es el Descanso porque son muchas horas de viaje ¿viste?; mirá allá está ese café del que todo hablan, te invito a tomar algo, ¿dale?
-Bueno, pero no tengo un mango
-Yo tampoco, acá no se paga, sólo se invita; siempre el mismo colgado vos che

Entramos al bar, yo me sentía contento de habernos encontrado después de tantos años sin saber nada de él, pero me preocupaba mucho que no quisiera entrar al Cielo.

-Ya sé, ¿no me digas que tenes miedo?
-No miedo no, y entiendo todo lo que me decís, pero no sé si tengo que ir, sabes, mi familia no está acá todavía y no sé...
-Bueno ya les va a tocar, no te apures, esperálos adentro, si estás acá es porque vas directo al Cielo, sino unos ángeles te hubieran llevado a alguno de los otros caminos ¿viste?, acá no te dejan llegar a donde no debes; ¿y qué vas a hacer? ¿Te vas a quedar acá como un boludo vaya a saber cuántos años? No, viejo, no, esperálos adentro te digo. Hablando de esto ¿no te dieron el folleto?
-No, ¿qué folleto? ¡¿Ves, ves?! Por eso no me gusta morir, te tratan como si fueras un boludo y te lavan el cerebro
-No, pero ¿qué decís?
-Sí, es así, vos no te das cuenta, ya compraste el cuento ¡que vivo!
-Nada que ver, no jodas...
-Al final ¿qué Cielo ni qué Cielo?, es lo mismo que cuando vivíamos y teníamos ese laburo de porquería y esa existencia infame
-Bueno mirá Ro, se ve que hay muchos indecisos como vos, ¡este café está que explota! yo voy a pedir
-Dale
-Mozo, tráiganos dos cafés y cuatro medialunas, por favor, ¡ah! y sacarina porque no me gusta el azúcar.
Ro vos tenes que sentirte privilegiado, la mayoría no llega acá, hiciste las cosas bien se ve, entonces disfrutálo, allá adentro hay miles de cosas que valen la pena, y tu familia ya va a llegar, sólo tenes que aguantar unos años, no sé, lo que Dios diga
-Sí ya se, pero si son unos años, ¿qué me cuesta esperarlos acá? No pierdo nada, es más, necesito ese tiempo para mí, porque nunca lo había valorado sabes
-¿Pero de qué tiempo me hablas? ¿Qué joraca vas a hacer acá? ¡Te van a salir raíces en lo pies! ¡No jodas!
-En serio te digo Esteban, ya fue, yo me quedo acá y los espero
-Bueno viejo, entonces cuando sea nos vemos adentro ¿eh?
-Sí y jugamos al ajedrez como antes

Memoricé la situación con tristeza. Ese día, tarde o noche, no lo sabría decir porque allí no existe verdaderamente el tiempo como lo conocemos, charlamos de todo, lo que habíamos soñado, aquellas cosas que nos perdimos por no arriesgarnos, las cosas lindas de la vida, la familia, la escuela, los momentos de descanso en el laburo, los viajes juntos en colectivo, las vacaciones compartidas, los perros que tuvimos y que esperábamos encontrar en el Cielo, la extrañeza de saber que de verdad existía Dios y todo eso que nos era desconocido nos lo explicarían a unos pasos del café. Rogelio se quedó, aunque le insistí mucho, no me dio bola; lo triste es lo que pasó después.
Habían transcurrido lo que en vida serían cincuenta años, y ni noticias de Amanda, su esposa. Yo lo podía ver desde una de las rejas, pero él a mí no, porque nunca salió del café y nunca en todo ese tiempo sacó sus ojos del camino que da al Cielo. La esperaba con locura, se tomaba café tras café, lo vi llorar, y ahí se me estrujó el corazón, ¿qué iba a hacer yo? ¡Nada, no podía hacer nada! Hasta que un día, ¡me costó reconocerlo! ¡Qué viejo estaba! Venía caminando muy lento, Jorge, sí Jorge, su hijo mayor. ¡Ni Rogelio ni yo pudimos creerlo y lloramos como locos en la distancia! Rogelito salió corriendo a recibirlo, vi que se abrazaron y entraron al café, charlaron largo y tendido, pero después ¡sólo salió Jorge!, “no me jodas” pensé “el boludo se quedó en el café”.
Y cuando llegó Jorge al Cielo me acerqué, hablamos mucho y sobre todo esto que había pasado, y ahí me dijo
-No. Él no viene porque espera a mi mamá, sabes
-¡Pero tu mamá se murió hace quince años me dijiste!
-Sí, por eso no entiendo

Cansado de esperarlo a Rogelio, fui a la Administración en busca de respuestas y ahí lo supe.
La muy turra porque no encuentro otra palabra, le había metido los cuernos y por eso no iba a llegar nunca al Cielo, es más, ni siquiera estaba en el Purgatorio, porque por el largo tiempo que estuvo con el amante la mandaron directo al Infierno. Yo me quedé mudo, no lo podía creer de Amanda, pero así era. No le dije nada a Jorge porque no quería que se pusiera mal, además no me correspondía, pero no me aguanté más y ahí mismo en la administración rogué que le avisen a Ro, porque no soportaba más verlo sufrir.
Lloró muy triste apenas se enteró.
Cuando nos quisimos acordar, ya llevábamos tiempo acá, hasta jugamos ajedrez y todo.
Incluso Rogelito querido, encontró a su primer amor, y ahí esa historia no se las cuento yo, mejor lo dejo a él.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Anne de la Nuit

Hola a todos!!! Me llamo Anna y acabo de entrar en este blog gracias a Nina.
Espero que os gusten mis escritos, puesto que no acostumbro a compartirlos con nadie...
Aquí dejo uno de mis favoritos, disfrútenlo:

A lo lejos, en el lugar más alto, es dónde puedo ver siempre el cielo de un color más claro.
En el sitio más remoto... 
Allí, guardo mis penas escondidas tras las nubes y espero a que caiga la noche... otra vez más.
No puedo volar, pero eso no me impedirá ver lo que hay más allá, detrás de la noche estrellada que un día fue mía.
Cegada por un recuerdo que nunca más llegaré a alcanzar...
Adiós, cielo mío.

jueves, 2 de febrero de 2012

XX

Estreno Febrero con uno de mis poemas favoritos


XX

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: <<La noche está estrellada,
y tiritan azules, los astros, a lo lejos>>.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma, como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor y tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
Y estos, sean los últimos versos que yo le escribo. 


Pablo Neruda.